Lo bueno no se vende por ser bueno.
Se vende porque alguien te convence de comprarlo.
Y persuadir a tu cliente ideal no tiene nada que ver con lo bueno que sean tus servicios.
A ver, no me pongas esa cara, tengo claro que la calidad de tu oferta es la base de todo tu negocio.
Pero no importa si tu producto es el último vaso de agua fría del desierto, si no tienes idea de cómo explicarle a tus clientes su valor, es como si vendieras otro saco de arena.
